La chica Gris.
Allí, sentada, está de nuevo la chica gris, con un café entre las manos, humeante, ardiendo, para que le desentumezca los dedos y le caliente las entrañas; y cargado, muy cargado porque anoche no durmió; siempre insomne, la cafeína es su descanso, un sucedáneo de los sueños con una y media deazúcar, aunque a veces sólo una y otras, sólo media… Por más que miro a la chica gris me sigue pareciendo extraña, hay algo raro en su cara… tiene los ojos grandes y abiertos como platos, pues a la chica gris lo que más le gusta es observar, por eso aunque no fuma prefiere la zona de fumadores porque es la más cercana a la ventana, y también porque podría pasar horas enteras viendo como el denso humo poco a poco desaparece y las colillas se consumen, indiferentes, ante las conversaciones, banales a veces y otras profundas, de aquél que las encendió, y fue por el humo denso que la llamé chica gris. Sin embargo esos ojos curiosos suelen tener la mirada triste pero, y ahí está lo raro, siempre que miro a la chica gris tiene esa media sonrisa que le da esa expresión que ella tiene tan infantil, como si la tristeza se quedara en los ojos y nunca bajara a la boca… Y puede que otro prefiera decirlo al revés que la felicidad no le llega a los ojos, y no soy yo quien para contradecirle, pero eso no sería posible porque los sentimientos se mueven por la acción de la gravedad y la chica gris nunca aprendió a hacer el pino, es del tipo de cosas que sabe que no se le darán bien y siente un gran aprecio por su cabeza así que mejor no tentar a la suerte… me pregunto si la chica gris creerá en la suerte… nunca hablé de este tema con ella… Conocí a la chica gris una tarde de lluvia en el mismo bar en el que ahora está sentada hace algún tiempo, pero esa es otra historia…
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