
Puede que te deje de gustar que te coman la oreja y te empiece a gustar que te besen el cuello. Son esos cambios que llegan cuando no quieres que cambie nada los que en realidad marcan lo que es vivir y lo que no. Porque no vamos a engañarnos, somos los unos los que tenemos que cuidar de los otros. Hay que abrazar para despedirse...
Hay gente que duele que se marche sin decir adiós, pero se compensa con esos que llegan sin avisar. Los que hablan contigo y te insultan un poco, y te enseñan que callada tienes más encanto. Esos que te agarran el cuello cuando te dan dos besos.
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